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Tratamientos faciales mínimamente invasivos vs Cirugía plástica facial: ¿dónde acaba uno y cuando empieza el otro?

Tratamientos faciales Javier Collado
Tiempo de lectura 2 minutos

Todos hemos oído hablar de la medicina estética y de los tratamientos cosméticos mínimamente invasivos. Habitualmente tienen buena prensa pues todo lo que suena a “mínimamente invasivo” suena a moderno o a resultado natural. Pero en este ámbito, no es oro todo lo que reluce y hay que tener muy claro qué es lo que necesita un rostro para mejorar pues todos los tratamientos tienen límites.

Por ejemplo, un código de barras (arrugas en el labio superior) no se debe corregir sólo a base de relleno con hialurónico, pues puede quedar el labio hinchado como un pato, eso sí, con las arrugas mas rellenas. Hay que completar el tratamiento con una dermoabrasión, láser o peeling químico pues el código de barras no sólo es una falta de volumen, si no también es un exceso de piel, y ese exceso sólo puede reducirse con éstos tratamientos mencionados.

Otro ejemplo muy típico, son los hilos tensores o los miniliftings faciales, que tan buen marketing tienen. Los pacientes comienzan con estos tratamientos y al siguiente año vuelven a estar prácticamente igual, cuando realmente lo que les hacía falta era realizarse un lifting facial completo con vectores naturales. Y cuando realmente se dan cuenta que lo que necesitaban era un lifting, ya han pagado la mitad en tratamientos mínimamente invasivos con miniresultados.

En cuanto a los productos inyectados:
Tóxina botulínica: es el tratamiento ideal para corregir o mejorar las patas de gallo, el entrecejo y las arrugas de la frente. El único inconveniente es que dura unos 6 meses.
Ácido hialurónico: es ideal para mejorar el volumen de los labios y algunos surcos nasogenianos. Cuidado con rellenar las “líneas de marioneta” porque habitualmente son paciente susceptibles de corrección mediante un lifting facial, pues ocurren por la caída de la cara sobre el tercio inferior y esto sólo se soluciona mediante esta intervención.
Otros productos de relleno: Siempre deben ser reabsorvibles, pues son numerosos los destrozos ocasionados por los no reabsovibles en labios y mejillas. Cuidado con la rinomodelación, que no hace más que darle un mayor tamaño a la nariz para esconder el caballete cuando lo que realmente hace falta es una rinoplastia. En algunas clínicas he escuchado hablar de lifting líquido con estos productos, sería bueno que solicitarais ver fotos de antes y despuéss para ver si podáis encontrar alguna mejoría objetiva.

En cuanto a la cirugía plástica y estética:
Blefaroplastia: es una de las intervenciones más agradecidas, soluciona el exceso de piel de los párpados y las bolsas, pero no las ojeras que realmente no hay nada definitivo para ellas.
Rinoplastia: corrige las deformidades nasales y mejoras los defectos no deseados, cuidado con la rinomodelación que tan sólo esconde defectos aumentando el tamaño de la nariz, lo cual suele ser un efecto colateral no deseado.
Lifting facial: a pesar de no tener una buena prensa por excesos cometidos en el pasado o por cirujanos poco adiestrados, es la solución definitiva para surcos nasogenianos, líneas de marioneta, papada y las cuerdas o líneas que salen el el cuello por la distensión del músculo platisma. Es decir, cuando está bien indicado es la solución ideal para la caída facial en en tercio medio e inferior.

En definitiva, ni sólo debemos optar por tratamientos mínimamente invasivos, ni todo debe ser cirugía. Cada rostro necesita una cosa diferente pero lo más habitual es que ambas ramas se complementen. Por ejemplo, un tratamiento de toxina botulínica puede ser el complemento ideal de una blefaroplastia, o bien, una transferencia de grasa a la cara en el contexto de un lifting facial.

Doctor Javier Collado.